viernes, 3 de abril de 2009

I

La fuente de una nueva mañana es el camino que escoge mi esperanza cuando clarea un alba nueva que designa un horizonte perfilado por aquellas aquiescencias que fabrican volutas de humo allá donde no hay más camino que castillos en el vacío. ¿Qué significará este devenir de palabras realizadas con un perfil sin usos? Nada más que el saber que si uno piensa en la efemeride de una paloma, es muy posible que las mariposas, celosas, se reunan en la corola calva de una flor y quieran ser sus pétalos.

II

Casi siempre me pregunté, cuando el camino era retorcido y falto de piedad, si me conduciría a alguna parte loable, noble, o útil. Le pregunte a diversas criaturas, con cierta preferencia jamás obviada, por aquellas de alas plumiferas y de ligereza capaz de asaltar el reino del aire insustancial. Ellas, cuando fueran palomas, grajos, avestruces o encandiladores ruiseñores, parecían en su lenguaje ininteligible querer burlarse de cada uno de mis titubeos. Furioso, les maldije, aunque aquel anciano sentado sobre una roca de noviembre, vestido con grises harapos y levitando sobre su rostro una sonrisa entre apocaliptica e irisoria, me llegó a decir con voz de cuervo que no había camino a mis pies si no había cielo sobre mi cabeza.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Al principio...

He aquí, poemas que no hieren a nadie. Poemas que espero lleguen a una audiencia... Nada más de ellos espero. Y que puedan agradecer a alguien...


I

La bella mirada, la tranquila estancia, la suave oratoria... ¿de unos ojos? De un segundo. Un instante. Que pasa. Monitorizado sobre el lenguaje del pasado. Una avispa. En el corazón. ¿Es de amor la punzada severa? Si es de desamor, nadie me lo dijo... Debí amar antes. Debía ser amado en un principio...

II

La caricatura de mi dolor... ¿porqué grita? Espanta los sueños que una vez debieron ser. ¿Porque burlarse del pobre desgraciado, cuyos sueños son, fueron, serán... espinas?


III

La sangre no bullía. Se exaltaba. En el epicentro mismo de mi alcoholismo, en el fondo instantaneo de mi copa... Era la sangre de un corazón desmesurado.


IV

Un ángel... Un oasis... Un reflejo, quizás un sueño, tal vez una ilusión... Pero estuvo ahí. Por unos instantes, por un ligero movimiento de la brisa, suspiro ineludible, estuvo ahí. Sé que estuvo ahí. La figura angelical de una dama serpentina.


V

¿Sonríes? No. LLoras... ¿Por qué motivo? Ahora ries. Eres un misterio. Y sin embargo... Brillas como las amapolas en invierno.


VI

Se fue. Vino. El lapso entre estos instantes está resumido en las huellas de mis lágrimas en el corazón de mi diario.


VII

Caminas sobre el agua de mi alma... Es brillante y transparente, lo sé, y muy linda en su reflejo de las lunas de mis sueños. Pero debo ser honesto contigo. Ese camino no lleva a ninguna parte. Hace tiempo que mi corazón es una fortaleza cerrada, impenetrable, seca y muerta, dentro de mi alma.


VIII

¿Balbuceas lágrimas? Saca filo a tu oratoria. Declama tragedias.